El presente artículo busca dar a conocer en que paso nos encontramos como país al
hablar de planeación urbana, conocer los principales referentes a nivel mundial
y saber cuales son las instituciones encargadas de desarrollar la planeación
urbana en México, enfocada en incrementar el desarrollo humano y en desarrollar un plan integral de seguridad
urbana para las ciudades que reflejan altos índices de inseguridad.
Un programa específicamente
conformado de estrategias y acciones que integren colaborativamente a las
instituciones de seguridad pública, desarrollo urbano; vivienda y servicios
municipales así como de protección civil y participación ciudadana.
Lo anterior
encaminado en fortalecer institucionalmente al gobierno en incrementar la
confianza del ciudadano en sus órganos tanto de procuración de justicia como de
seguridad pública y servicios municipales.
Louis Wirth planteaba la
ciudad como un lugar en el que las relaciones sociales fragmentadas, anónimas y
superficiales originaban sentimientos de inseguridad y situaciones de conflicto
social, en los que mecanismos de control social formal, adquirían una
relevancia más acentuada. (Wirth, 1938:1)
Ciudades como
Barcelona, Río de Janeiro y La ciudad de México reconocen a través de la
instrumentación de estas estrategias, que la seguridad pública no sólo abarca
la prevención o en su caso la atención rápida y eficiente de los actos
delictivos y su correspondiente sanción para quienes los generan; así como el
trato responsable y digno a quienes sean víctimas del delito, sino que también
es entendida como la promoción y aplicación de políticas públicas incluyentes e
integrales para mejorar la realidad social de la Ciudad.
Esto implica que sus ciudadanos cuenten con la libertad y la tranquilidad para poder realizar sus actividades cotidianas en espacios públicos, con la certeza de recibir la atención y la protección del Estado en forma oportuna, siempre velando por el respeto de los derechos humanos. Así, por ejemplo, UN Habitat reconoce la delincuencia como un serio problema que afecta a los ciudadanos de forma global y que tiene importantes repercusiones para la protección de los derechos humanos, ya que desde 1996 a petición de alcaldes de ciudades africanas, este organismo vinculado a Naciones Unidas inició el programa denominado “Ciudades Seguras”.[1]
La instrumentación de estos programas sobre seguridad urbana a nivel local y nacional están comúnmente estructurados en estrategias de disuasión, contención y prevención, basadas en políticas públicas previamente expuestas en las convenciones internacionales contra el crimen organizado y sus formas de delincuencia, como lo sentado en la Convención de Palermo la cual define por primera vez un concepto global de delincuencia organizada y que a través de sus recomendaciones pretende disminuir el grado de inseguridad además de buscar un incremento en la percepción de ciudades más seguras por parte de sus habitantes. (Frühling, 2004:120)
Finalmente,
un programa de seguridad urbana integral debe poner al servicio de los
ciudadanos la máxima capacidad del Estado para proveer todos los servicios
públicos que generen un incremento en su percepción de seguridad y represente
un compromiso integral del Estado con la seguridad de sus ciudadanos, desde un
plan de protección civil estructurado, un manejo adecuado y responsable de los
servicios municipales como alumbrado y bacheo, la participación de una policía
integral a través de una estrategia de cuadrantes y de proximidad, lo anterior
en conjunto con un sistema de procuración de justicia confiable, generarían un
fortalecimiento de las instituciones de seguridad pública, contribuyendo a la
credibilidad y respeto de los ciudadanos .
La
literatura al respecto de este tema encuentra consenso para definirlo como un
problema de causas múltiples; que a su vez, están condicionadas por el contexto
temporal y ambiental. Lo anterior amerita una revisión periódica del problema;
entonces podemos afirmar que es necesario para que las personas vivan en paz y
con seguridad, puedan contar con justicia y equidad, resultando fundamental
para ello la situación que guardan la economía, la salud, el empleo, la
alimentación, la vivienda, el desarrollo sustentable, los servicios públicos y
otras necesidades de la comunidad.
La
exclusión y la inequidad generan procesos de fragmentación social, ruptura de
las identidades y deterioro de la calidad de la convivencia desgastando el
tejido social, propiciando la delincuencia y el soporte al crimen organizado,
por lo que podemos afirmar que la seguridad pública y la justicia son dos de
los derechos más preciados con los que se desea vivir en sociedad.
UN HABITAT
Creada en 1978, fruto de la Cumbre de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos celebrado en Vancouver, Canadá en 1976, UN-HABITAT[1], dentro del sistema de las Naciones Unidas, se encarga de la coordinación y armonización de las actividades en los asentamientos humanos. Forma también parte de su labor facilitar el intercambio global de información sobre vivienda y asentamientos humanos sostenibles y ofrecer a los países políticas y asesoramiento técnico.
En la segunda Cumbre de las Naciones Unidas sobre Asentamientos Humanos celebrado en Estambul, Turquía en junio de 1996, los gobiernos aceptaron la Agenda Habitat y la Declaración de Estambul, comprometiéndose a trabajar para lograr los objetivos de una vivienda adecuada para todos y de un desarrollo sostenible de los asentamientos humanos en un mundo en proceso de urbanización.
Cinco años después, en junio de 2001, la Declaración
sobre ciudades y otros asentamientos humanos en el nuevo milenio, refrendado
por la Asamblea General, otorgó a la organización, denominada en aquel momento
Centro de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (Habitat), la
responsabilidad de apoyar la puesta en práctica de la Agenda Habitat. En 2002,
la Asamblea General convirtió a la organización en un programa propio de las
Naciones Unidas y lo bautizó UN HABITAT: Programa de la Naciones Unidas para
los Asentamientos Humanos.[2]
La visión estratégica de UN HABITAT
Las estrategias de reducción de la pobreza urbana son el resultado de la comprensión de las condiciones actuales, de las tendencias (por ejemplo, la urbanización, la globalización, el aumento de subsidiariedad y de las desigualdades extremas en la vida urbana) y de las normas y principios que guían la respuesta de las Naciones Unidas a estas condiciones.
Estas normas y principios incluyen, entre otros, el desarrollo urbano sostenible, la vivienda adecuada para todos, la mejora de las condiciones de vida de los habitantes de tugurios, el acceso a agua y a condiciones de saneamiento seguras, la inclusión social, la protección del medio ambiente y los derechos humanos. De la mano de la experiencia y la comprensión viene el reconocimiento de que los mecanismos de financiación urbana y de la vivienda son fundamentales para reducir la pobreza y de que muy poco se puede conseguir sin la colaboración aportada por las alianzas o coaliciones.
Con estos imperativos en mente y con un fuerte enfoque en la pobreza urbana y, en particular, en los tugurios como la manifestación más visible de la pobreza urbana en el proceso de urbanización, la visión estratégica de UN-HABITAT ha mejorado, concediendo una mayor atención a la gestión del conocimiento, a la financiación de la vivienda y a los asentamientos humanos y, particularmente, a las alianzas estratégicas.
Esta visión estratégica ampliada es a la vez progresista
y pragmática, además de ser consistente con las normas sociales, los principios
políticos, los mandatos de UN HABITAT, las capacidades y los objetivos de los
socios. Sus principales elementos son:
• Gestión del conocimiento y la información
Implica la
expansión de la comprensión global del desarrollo urbano, la vivienda y la
pobreza además del seguimiento del progreso de la ejecución de la Agenda
Habitat;
• Defensa de las normas
Para
llevar a cabo una urbanización sostenible y reducir la pobreza urbana,
realizadas mediante dos campañas globales y una serie de programas globales;
• Cooperación técnica
A la hora
de vincular las normas y los objetivos del programa o la campaña a las
actividades sobre el terreno de reducción de la pobreza urbana;
• Financiación
innovadora
Para la
urbanización y las necesidades específicas de vivienda de los pobres urbanos;
• Alianzas
estratégicas
para
nivelar los recursos y coordinar las actividades del programa internacional que
trabajan para la realización de fines similares.
Etapas de la planeación
urbana en México
Pocas ciudades en el mundo
poseen una historia tan rica y antigua como la Ciudad de México, urbe cuya zona
metropolitana ha albergado importantes asentamientos humanos desde hace más de
2 mil años; pasando por diferentes etapas.
Época prehispánica del 2000
a.c. a 1521.
Etapa dónde la cuenca de México empezó a recibir
nuevos grupos de pobladores pertenecientes a tribus provenientes del norte, que
tenían como lenguaje común el náhuatl. Estas tribus se fueron abriendo paso
entre los grupos que seguían habitando la región, aprendieron algunas de sus
costumbres y técnicas agrícolas, estableciendo varias ciudades que con el
tiempo formarían una compleja red de centros productivos y de intercambio
comercial en todas las inmediaciones del Lago de Texcoco. Algunas de estas
ciudades fueron Azcapotzalco, Culhuacán, Texcoco, Mixcoac y Tlacopan, entre
otras, pero especialmente una, la más nueva de todas, empezaría a adquirir gran
poder hasta el punto de prácticamente igualar el esplendor que algún día tuvo
Teotihuacan, se trataba de una ciudad fundada en un islote en medio del lago,
su nombre era México – Tenochtitlan, cuyo nombre significa “en el ombligo de la
luna”. Desde este momento se podía apreciar una tendencia centralista de
planeación urbana.[1]
Etapa Virreinal de 1521 a
1821
Posteriormente al descubrimiento de América,
llegarían trescientos años de la etapa virreinal; Tras finalizar la conquista
de Tenochtitlan, los españoles se asentaron provisionalmente en una de las
poblaciones ribereñas del sur, Coyoacán, misma que fue el punto de partida para
el avance militar durante los primeros años de la Conquista hasta que en 1528,
se nombró a México como sede de la Audiencia de México y ocho años más tarde,
capital del Virreinato de la Nueva España.
Los españoles obedeciendo a intereses políticos
deseando destruir un legado cultural e imponer la religión católica, edificaron
la ciudad española sobre los restos de la ciudad indígena,
tomando como punto de partida la traza ortogonal de sus calzadas principales y
conservando el gran espacio abierto de la antigua zona ceremonial, que con el
trascurso de los años se convertiría también en la gran plaza central de
la Ciudad de México, en torno a la cual se edificó la sede del
gobierno virreinal y la primera piedra de la futura catedral de México, sede
del poder religioso. De esa manera quedó instituido un modelo
de ciudad que sirvió de base para la fundación de otras
ciudades en el territorio mexicano y el resto de Latinoamérica.
Durante la última etapa de la época virreinal, la Ciudad de México era considerada una de las
ciudades más impresionantes construidas por los europeos en ambas partes del
Atlántico, una auténtica “Ciudad de Palacios” como la definiera a finales del
siglo XVIII, el científico y viajero alemán Alexander von Humboldt. De esta
época de la historia datan la mayor parte de las construcciones del Centro
Histórico, el primer parque de la ciudad hoy conocido como la Alameda central, el Paseo de Bucareli
y un sin número de construcciones religiosas dispersas por toda la zona metropolitana,
así como los barrios tradicionales de Coyoacán, San Ángel y Tlalpan.
Siglo XIX
El siglo XIX junto con la independencia de México
trajo consigo varias décadas de inestabilidad política y económica, primero
como sede de un primer imperio mexicano gobernado por el consumador de la
independencia Agustín de Iturbide y luego como asiento de una débil república
que vio su momento más lamentable cuando en 1847 fue ocupada por el ejército
estadounidense. Tras luchas entre grupos conservadores y liberales, se dio una
nueva invasión, esta vez a manos del ejército francés que facilitó la llegada
del Archiduque Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia de Bélgica, quienes
fueron coronados emperadores el 10 de abril de 1864 en la Catedral Metropolitana respaldados por un sector minoritario
de la sociedad mexicana, estableciéndose de esa manera el segundo imperio
mexicano que tuvo como residencia real el Castillo
de Chapultepec. Este segundo imperio mexicano tuvo una breve duración pero una
gran trascendencia para el desarrollo de la Ciudad de México, ya que en este periodo se
traza el Paseo de la Emperatriz, el actual Paseo
de la Reforma, para comunicar el Castillo de Chapultepec con el Centro
Histórico, asentándose de esta manera la primera avenida que sería eje para el
futuro desarrollo de la Ciudad de México y la llegada de nuevas ideas
de urbanismo provenientes del continente europeo.
El gobierno inició una importante serie de
trabajos para conmemorar el centenario de la independencia en 1910 que incluyó
la construcción de importantes edificios públicos como el Palacio de Comunicaciones, el Palacio
Postal y el Palacio de Bellas Artes, así como varios de los hitos que conforman
el eje monumental del Paseo de la Reforma, destacando especialmente el Ángel de la Independencia, que se
convertiría en el nuevo símbolo de la ciudad.
Siglo
XX
Posterior
a la revolución mexicana y su pugna por la institucionalización de la vida
pública del país hubieron grandes cambios en la década de los treintas ya que la ciudad vivió una gran efervescencia cultural
que se manifestó en las decenas de murales plasmados en los muros de
instituciones públicas, los movimientos literarios así como la presencia de
destacadas personalidades mundiales como León Trotsky y Marcel Duchamp. Al
mismo tiempo se consolidaban amplias zonas de la ciudad como la Colonia Condesa, la Colonia Roma y la Colonia
Del Valle, al tiempo que se creaban nuevos fraccionamientos al poniente como
Polanco y las Lomas de Chapultepec, y al sur siguiendo la traza de la Avenida
de los Insurgentes.
En la década de los cuarentas la economía de
la ciudad tuvo un fuerte desarrollo que atrajo a un gran número
de inmigrantes procedentes del campo, quienes al llegar a la ciudad se
asentaban en barrios irregulares sin los servicios necesarios por lo que se
inició la creación de los primeros proyectos de departamentos en edificios
multifamiliares, siendo el pionero el Centro Urbano Presidente Alemán al sur de
la ciudad . Se fraccionaron nuevamente grandes extensiones al sur al
momento que la ciudad alcanzaba el millón de habitantes.
En 1952 se inaugura la Ciudad Universitaria, síntesis e ícono
de los logros de la revolución y de la búsqueda de una identidad nacional que
buscara el desarrollo del país por medio de la ciencia y el conocimiento al
mismo tiempo que en el norte de la ciudad se fundan los primeros
fraccionamientos al estilo suburbano norteamericano y la mancha urbana
sobrepasa los límites del Distrito Federal.
En 1968 la ciudad de México es sede de los Juegos
Olímpicos, por primera vez en un país de habla hispana, se desarrolla
infraestructura urbana y deportiva en toda la ciudad para la ocasión.
En 1969 se inaugura la red del metro, un sistema
de transporte necesario para movilizar a la población que aumenta de manera
exponencial debido a las mejoras de la calidad de vida y el crecimiento urbano.
En 1970 México es sede del Campeonato Mundial de Futbol. En 1985 la
ciudad sufre un terremoto de 8.2 grados en la escala de Richter que daña
seriamente varias zonas de la ciudad , acelerando el abandono de algunos
barrios centrales. En 1987 son declarados patrimonio de la humanidad el Centro Histórico y la zona lacustre de Xochimilco. La Ciudad de México recibe el nuevo siglo con 18 millones
de habitantes, siendo la ciudad más poblada del hemisferio occidental y la urbe
con mayor número de hispanohablantes en el mundo.
Se inician en los primeros años del siglo XXI
varios programas de rescate urbano en las zonas centrales que atraen un gran
número de inversiones al Centro Histórico y al Paseo de la Reforma. La ciudad
enfrenta grandes retos medioambientales y demográficos, que se manifiestan en
los programas de expansión del transporte público, así como en distintas
iniciativas sociales. La urbe también presenta grandes potenciales de índole
económica, turística y financiera debido al creciente papel estratégico de
México en la economía mundial y al peso cultural de la ciudad como sede
de diversos medios de comunicación de alcance nacional e internacional, centros
culturales y de espectáculos, así como una de las universidades más importantes
de América, siendo éstos algunos de los factores que sitúan a la Ciudad de
México como la urbe con el octavo producto interno bruto más alto del mundo y
también como un crisol de razas, culturas, historia y diversidad, uno de los
epicentros urbanos más dinámicos de la actualidad.
La planeación urbana contra la delincuencia
Hope afirma que la prevención
comunitaria del delito puede definirse en un sentido amplio como “aquellas
acciones orientadas a cambiar las condiciones sociales que se cree que conducen
al delito en comunidades residenciales” (Hope, 1995).
Franz Vandershueren, en
colaboración con el Instituto del Banco Mundial afirma en su ensayo sobre
violencia Urbana que, aunque nadie puede afirmar que ha establecido una teoría
general sobre la violencia urbana, se han identificado ciertos factores clave
que pueden estudiarse como áreas de oportunidad para conocer sus principales
causas, estas deberán ser tomadas en cuenta para la elaboración de un programa
integral de seguridad urbana, (Vandershueren, 2001) tales como:
- La extrema pobreza en barrios con servicios deficientes
- Un ambiente urbano provocativo y mal protegido
- Las limitaciones de las actuales medidas de protección
- La ausencia de controles sociales
- Juventud frustrada y su propensión a la violencia
La seguridad urbana integral
se ha convertido entonces en una prioridad para los gobiernos contemporáneos ya
que los índices de crímenes violentos en las principales ciudades del mundo se
han incrementado, la venta y el consumo de drogas, el ausentismo y falta de
planes de educación y prevención, aunado a una mala planeación urbana dónde se
segrega y se margina al sector más pobre y se priva de servicios municipales
tan fundamentales en el incremento de la percepción de seguridad como lo es el
alumbrado público y el sistema de justicia respectivamente. (Wekerle y
Whitzman, 1995).
[2] Centro de información de Naciones
Unidas http://www.cinu.org.mx/onu/estructura/otros/habitat.htm