martes, 6 de marzo de 2012

Hace ya casi quince años que se predica enlas empresas el aprendizaje permanente y la denominada gestión del conocimiento; pero ni lo primero se limita a la asistencia a los cursos que bajo la etiqueta de la formación continua se orquesten, ni la segunda —un avance sobre los anteriores sistemas de gestión de la información— se ha consolidado suficientemente.Se habla de la “Sociedad dela Información y el Conocimiento” y de su álter ego, la “Economía del Conocimiento yla Innovación”, pero las iniciativas se despliegan en torno a la tecnología, y no tanto en torno a las personas.  

Ya en los años 90 empezamos a hablar con insistencia dela Sociedad dela Información, y ahora sabemos que la información disponible en el mundo se duplica cada pocos meses. Quizá no siempre encontramos lo que buscamos, pero sin duda es mucho lo que se nos ofrece y hemos de saber extraer el máximo conocimiento de la información disponible. Éste es un reto a encarar: llegar a lo que se nos ofrece, separar lo bueno de lo mediocre, incorporarlo a nuestro acervo de conocimientos y encontrarle idónea aplicación. Casi nadie cuestiona ya el aprendizaje permanente, y, más allá de asistir a cursos periódicamente, éste nos obliga a manejarnos bien con la mucha información técnica y científica, impresa o electrónica, a que podemos acceder. 

Vivimos ciertamente inmersos en la economía del conocimiento y la innovación. Nos hemos venido transformando en los nuevos trabajadores del saber, que el incansable Peter Drucker —a quien, ya fallecido, podemos imaginar en paz, pero difícilmente en descanso— había estado describiendo más o menos así:
  • Visible grado de desarrollo personal y profesional.
  • Destreza digital e informacional.
  • Lealtad a su profesión.
  • Autonomía en el desempeño y el aprendizaje permanente.
  • Capacidad creativa y actitud innovadora.
  • Autotelia profesional y apego a la calidad.
  • En suma, un valioso activo para la recta economía.

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José Enebral Fernández
Consultor y conferenciante