miércoles, 11 de noviembre de 2009

Educación y pobreza

Yamil Darwich.
Indudablemente, nuestra nación, está viviendo una de las peores crisis financieras de su historia; la pobreza se ha profundizado y agudizado, al grado que, en números redondos, la mitad de la población vive en condiciones de insuficiencia alimentaria, una buena parte en miseria y la antes llamada clase media está a punto de desaparecer.
La solución la conocemos todos: educación; y a partir de ella modificar actitudes personales y comunitarias que nos dañan, entre ellas la falta de probidad y poca conciencia de solidaridad y subsidiariedad. El caso del narcotráfico se debe tratar aparte, como una mala consecuencia por la desatención al problema, cuando estaba naciendo y podía remediarse fácilmente.
La crisis mundial ha llevado a México a tomar medidas extraordinarias, entre ellas el recorte presupuestal a las administraciones federales, estatales y municipales, incluyendo a las universidades, nuestras fábricas del “capital humano calificado”, ese que habrá de enfrentar a la competencia internacional.
Mala noticia para todos: para las estatales, que verán limitados sus recursos y que, sin duda, deberán sacrificar una de sus funciones débilmente atendida: la investigación. Para el caso de las privadas, la amenaza de quiebra y el estancamiento en sus procesos de desarrollo; sume los altos impuestos y pocos o nulos apoyos para atender al casi treinta por ciento de la población universitaria de México. Así de grave.
Desde finales del siglo anterior, Europa, los países del norte de América –Canadá y EUA– y oriente, iniciaron esfuerzos para enfrentar al siglo de la Sociedad del Conocimiento, con profesionales capacitados para competir.
En México, históricamente hemos hecho pequeños esfuerzos, justificándonos con nuestra precaria situación económica, elaborando planes y programas de incremento a la calidad académica, particularmente con agencias de acreditación que dificultosamente cumplen sus encomiendas.
En Europa, las propuestas de solución son dadas como simples “recetas de cocina” y aunque han enfrentado enormes resistencias y dificultades, aún así van avanzando.
Le comparto algunos de los objetivos europeos, tomados del informe de la Comisión Europea para la Educación, que inició sus trabajos a principios del presente siglo, ejemplo de esfuerzo mundial coordinado:
Ellos declaran: “Europa necesita excelencia en sus universidades para optimizar los procesos que sustentan la Sociedad del Conocimiento y lograr el objetivo fijado en el Consejo Europeo de Lisboa, de convertirse en la economía más competitiva y dinámica del mundo basada en el conocimiento, capaz de sustentar el crecimiento económico y crear un mayor número de puestos de trabajo de mejor calidad y una mayor cohesión social. El Consejo Europeo de Barcelona reconoció esta necesidad de asegurar excelencia al abogar por que los sistemas europeos educativos se convirtieran en una ´referencia de calidad mundial´ para 2012”.

Se han hecho preguntas que deberán contestarse y atender antes del 2012, entre ellas: “como lograr que las universidades cuenten con ingresos adecuados y sostenibles”. En cambio, nosotros, limitamos el apoyo a las del Estado, disminuyéndoles su presupuesto y, a las particulares, cargándoles más costos fiscales, por contribuir en la formación de los profesionales mexicanos. “¡Te cobro por ayudarme!”

Ellos se preguntaron cómo lograr que los fondos se utilicen de la manera más eficaz; nosotros no tenemos acceso al análisis presupuestal, por ser cuestión de autonomía universitaria.

También se cuestionaron cómo lograr cierta autonomía y profesionalidad tanto en el ámbito académico como en el de la gestión. En México, aún existen limitantes políticas que amordazan a algunas universidades en temas de interés nacional.

Insisten en responderse a sí mismos: ¿Cómo pueden concentrar suficientes recursos en la excelencia y crear las condiciones necesarias para que las universidades logren y desarrollen calidad? ¿Cómo lograr que las universidades contribuyan de forma más adecuada a las necesidades y estrategias locales y regionales? Nosotros aún insistimos en modelos centralizados, con filiales únicamente docentes, sin promover la cultura y/o investigación.

“¿Cómo establecer una colaboración más estrecha entre universidades y empresas?, con el fin de garantizar una difusión y explotación más adecuadas de los nuevos conocimientos en la economía y la sociedad en general”. En tanto, en México, incluida La Laguna, consideramos a los practicantes como “estorbantes”, a la vez que las instituciones educativas piensan en donativos más que en sinergias.

“¿Cómo fomentar el espacio europeo de enseñanza superior coherente, compatible y competitivo, cuidando particularmente la internacionalización de la educación?” y crearon programas ambiciosos como Erasmus y Erasmus Mundus. Nosotros: apenas iniciamos.

Estamos en un círculo negativo, en donde la pobreza limita las oportunidades de educación, iniciando desde la básica, con consecuencias graves en la media y superior, que a su vez generan mayor dificultad para alcanzar objetivos académicos universitarios.

Comentario aparte merecen los administradores públicos en funciones, quienes conociendo el problema, aplican esfuerzos y dinero a blindar intereses particulares, aún a costa del futuro de la nación.

¿Cree que algún día podremos cambiar esa triste realidad? ydarwich@ual.mx